Mi primera captura
/ No hay comentariosPescando con el Abuelo
Oigo pasos dentro de mi habitación, mi abuelo entra a despertarme, aún no había pillado bien el sueño por los nervios que me esperaban ese día, era la primera vez que me llevaba a pescar. Pasaría toda una jornada aprendiendo las técnicas tan depuradas de mi abuelo, pero nunca imagine todo lo que conllevaría. Ya estamos de camino hacia el puesto que había preparado, el sol empezaba a salir por el horizonte, bañando de luz la pequeña sierra que bordeaba al río donde pasaríamos una de las experiencias que más me han marcado como persona y como pescador.
Por el camino me comentaba que el día había amanecido ideal para la pesca yo a mi corta edad poco sabia diferenciar de si era o no era bueno para tal fin, pero la temperatura era agradable, y eran vacaciones que mas podía pedir, en mi mente había visualizado como atrapaba el pez mas grande jamás pescado, y como mi abuelo se sentía orgulloso de aquella captura.
Llegamos justo a la orilla cuando el sol ya había despertado del todo y nos daba una tibio calor que hacía que no pensase en más que agarrar mi caña, la que había comprado días antes siguiendo consejos de mi padre y hermano que estaban mas avanzados en este arte, me dispuse a poner la lombriz en el anzuelo y lance lo mas lejos que fui capaz, el flotador rojo brillante destacaba en la superficie del agua, y surfeaba las pequeñas olas que pasaban junto a él, después de unos treinta minutos mi mito sobre pescar caía en picado y me parecía algo realmente tedioso y aburrido. Advirtiendo algo así mi abuelo me miro y me dijo:
“El pescar a veces tiene estos momentos de espera que parecen que no acaban nunca y deseas que algún pez sea engañado por tu señuelo y tu boya se hunda sin remedio para enfrentarte a tu adversario y disfrutar este arte.”, siguió contándome.
“Hace unos cincuenta años, estaba yo en la misma situación que tú y mi abuelo, me contó esto”
Una historia que quedo grabada en mi mente.
“Era un día como el de hoy el tiempo era parecido, su señuelo en aquella ocasión como en esta se trataba de una simple lombriz como la que estamos utilizando hoy, sin necesidad de cebaderos como hoy en día, él tendría cuatro o cinco años más que los que tú tienes y yo tenía en aquel momento, se propuso pescar no como hoy para diversión sino porque tenía que dar de comer a su familia, no con un equipo tan sofisticado como el que tenemos hoy en día, si no con algo mucho más simple un anzuelo e hilo y que pudo comprar con la condición de darle la primera captura a su vendedor, cuando la sola palabra tenia más validez que cualquier contrato firmado de hoy en día, al principio sintió lo mismo que tú y que yo a la media hora de estar mirando un flotador sin movimiento y pensando que estaría errado, que no tenía los suficientes conocimientos para poder hacer aquella captura que necesitaba.
Pero entonces ocurrió un milagro, el flotador empezó a oscilar, al principio parecía que solo era la corriente del río la que hacia el movimiento, pero prestando más atención y fijándose profundamente en los detalles, descubrió que la forma de moverse era algo inusual ya que no seguía el patrón de la corriente, sino que el movimiento hacia indicar que algún pez estaba dispuesto a ser engañado por su señuelo y caer en la trampa, después de cinco minutos los movimientos cesaron, él en un principio pensó que lo más seguro el pez había logrado la manera, de comer su lombriz sin caer en su anzuelo, pensó entonces en sacar del agua el aparejo para reemplazar la lombriz pero espero un poco, diez minutos pasaron y ya desesperado si que decidió remplazar su señuelo, pero justo cuando se disponía a coger su caña que estaba hecha de bambú que el mismo había cortado y preparado días antes, observó que de nuevo su boya que estaba hecha con un simple junco reseco, volvió a mecerse de aquella extraña forma, mantuvo entonces la calma, y agarrado con las dos manos a la que a la postre fuera su herramienta de trabajo, espero pacientemente a que se sumergiese en el fondo del río, pero ese momento no llegaba es más cada vez parecía que sobresalía más, de pronto empezó a subir más y más llegando a ponerse totalmente horizontal a la superficie del agua, sin saber que hacer a tal situación su instinto le dijo que intentase tirar del sedal para poner otra vez en vertical su avisador porque si seguía así no sabría cuando pegar ese pequeño tirón para terminar de enganchar aquel pez que parecía que estaba jugando con su mente y le hacía sentirse cada vez más perdido.
Cuál fue su sorpresa cuando agarro el sedal y notar una pequeña vibración y el peso de algo al final de la línea, se agarro con fuerza y se dispuso a sacar aquel pez del agua con el que había mantenido una gran batalla de engaños y en la que resulto vencedor seria capaz de ganar la guerra y sacar aquella bestia del agua.”
Justo cuando terminaba de decir esas palabras quedo en silencio mirando su magnífica veleta de grafito con un color amarillo intenso, como en su historia algún pez estaba empezando a tragarse su engaño y seria victima pronto de su anzuelo, yo estaba deseoso de que pasase cuanto antes y de verle en acción algo que ya mi padre me había contado y que era algo único, pero fijándome detenidamente otra vez en él, me di cuenta que sus facciones habían vuelto a relajarse, me miro y me dijo:
-Tu abuelo se disponía a sacar el pez del agua
Conteste yo rápidamente y volvió a enlazar.
“Como te cuento, la lucha estaba por comenzar quien sería capaz de salir vencedor de aquella segunda batalla y quien ganaría aquella guerra, el pez en su huida intento refugiarse en las raíces de un árbol cercano a la orilla, a lo que el con decisión contrapuso su peso para obligarlo a ir en dirección contraria, su experiencia tanto como su técnica no eran muy buenas y la fuerza que ponía en sus acciones eran más de las requeridas, además de que la adrenalina recorría sus venas, su cuerpo estaba tenso su corazón latía de tal manera que parecía que le saldría por la boca, poco a poco iba acercándose aquel animal a él y como si entendiera lo que le iba a pasar volvía a dar un coletazo y se adentraba de nuevo a lo más profundo, después de unos cuantos más logro vislumbrar por primera vez el precioso animal con el que estaba manteniendo aquel duelo, era un precioso barbo sus escamas brillaban cuando la luz del sol impactaba en su cuerpo, era el mas grande que había visto nunca, el miedo acudió a su mente solo por un instante ante la hipótesis de su perdida, si en una de sus huidas fuese capaz de liberarse, no dejo que esa imagen acaparase su mente y se mentalizo en sacarlo a todo costa, con los medios de los que disponía utilizando para ello todo su ingenio, después de varios minutos de lucha, el ciprinido yacía exhausto en la orilla lo tomo de las agallas y lo saco fuera del agua no solo el pez estaba cansado, quizás más por la emoción de aquella pelea, las piernas le temblaban aquel pez le había ofrecido una experiencia única y que le hizo pensar en la pesca como su oficio no solo para dar de comer a su familia, sino por la emoción de poder tener esas sensaciones todos los días.”
Volvió a quedarse en silencio de nuevo y centrase nuevamente en su flotador el cual no me había dado cuenta, pero le quedaba muy poco de visibilidad, ya que estaba prácticamente sumergido en el agua, los dos estábamos en silencio, yo esperando el tirón final y ver con mis propios ojos como sacaba de aquel río un monstruo como los que había visto en varias fotos por su casa, y el momento llegó se levanto de su silla agarro con fuerza su caña telescópica negra, y comenzó a girar la manivela del carreta yo veía como la punta bajaba conformando un arco casi de ciento ochenta grados, el carrete entonces comenzó a silbar y veía como salía la línea de el a una velocidad increíble mientras intentaba contrarrestarlo, su figura parecía como la de los típicos superhéroes que había visto mil veces en los cómics. Era mágico casi un baile en que había que llevar un compás y en el que solo habría un ganador, el tiempo parecía detenido, no soltaba ni una sola palabra solo centrando en su batalla todo el hilo que salía del carrete acto seguido volvía a entrar, el agua entonces empezó a moverse cerca de nosotros, ya llegaba aquella bestia, la veríamos por primera vez y podríamos determinar como de grande era, típico es en los pescadores verla siempre más grande de lo que es cuando está en el agua, pero para un ojo que nunca había visto ninguna nunca me pareció enorme.
Fue lo único que fui capaz de exhalar en ese momento de tensión, vi como una sonrisa cómplice se dibujaba en su cara pasaron cuatro o cinco minutos y dijo.
Me acerque y puso en mis manos su caña, aun aquel pez tiraba como un loco intentando por todos los medios desprenderse de aquel anzuelo yo estaba nervioso no quería defraudarle, las vibraciones que sentía en mis manos en mi cuerpo, sentía algo de lo que hace poco me había contado el sobre su abuelo, una sensación única algo imposible de describir con palabras, poco a poco lo atraje a la orilla era un barbo común, cogió el rebuey y la introduzco en él, una vez fuera del agua no era la monstruosidad que había visto en sus fotos pero eso daba igual había sido mi primera experiencia en el mundo de la pesca y desde aquel día supe que sería una de mis aficiones, por eso hoy estamos aquí en esta orilla tu y yo justo igual que aquel día estuve yo con mi abuelo.
Autor del Relato: Victom_l.
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